It (Eso) - 2017


Con el paso del tiempo  el cine ha ido mutando, por los recursos técnicos, porque las situaciones que refleja “del mundo real” ya no son las mismas o porque simplemente, necesitamos cambiar. Pero dentro de esos cambios, podemos apreciar algunas constantes, sobre todo en lo que respecta al cine de terror, hay fórmulas que no fallan y la forma más efectiva de infundir miedo, sigue siendo, el miedo mismo.

Todos nos hemos topado con algún libro o película basada en historias de Stephen King, con tanto repertorio es casi imposible que no sea así (si alguno de ustedes es la excepción, nos escriben, tenemos unas cuantas recomendaciones para que conozcan la obra de este buen señor). El fundamento de sus historias, es precisamente, el miedo. Infundido por criaturas, por manifestaciones paranormales, por el hombre, por el miedo en sí mismo.

It, publicado en 1986, es una de las obras literarias más populares, complejas y controversiales de King qué sigue esa lógica. De la mano del argentino Andy Muschietti (director de Mamá, 2013), volvió a generar revuelo y terror a nivel mundial.

It o Pennywise (Bill Skarsgård, Hemlock Grove, Atomic Blonde), como se lo conoce en la película, es miedo puro, la encarnación del terror más profundo del hombre. Los fanáticos de Harry Potter pueden compararlo con un Boggart, porque lo es. Esta criatura busca alimentarse del terror de sus víctimas, sólo que It se alimenta literal. 

Esta criatura habita en Derry, una típica ciudad de las historias de King, con sus prejuicios, chusmeríos y claro está, lugares secretos y tenebrosos. El pueblo es la representación del cielo y el infierno, en la superficie está todo bien, pero si nos internamos en las entrañas de Derry llegamos a la podredumbre, depravación y muerte que son los verdaderos cimientos de esta ciudad. 

La maldad sobrenatural que encarna Pennywise es incitada y hasta cierto punto también camuflada por el horror mundano que aflige a Derry. Además de los payasos amenazantes, los leprosos fantasmagóricos y las pinturas espeluznantes que cobran vida, el pueblo es el hogar de una espantosa diversidad de hostigadores como Henry Bowers, interpretado por Nicholas Hamilton (Captain Fantastic), padres abusivos y demás situaciones que nos aterran día a día. 

La historia gira en torno a los chicos de The loosers club (el club de los perdedores). Liderado por Bill, Jaeden Scott (Midnight Special,  The Book of Henry), un chico melancólico y amable, que tras la desaparición de su hermano Georgie (Jackson Robert Scott), se ve inmerso en una aterradora aventura junto a sus leales amigos.


Finn Wolfhard (nuestro querido Mike en Stranger Things) es Richie Tozier, el “chistoso” del grupo, con sus comentarios subidos de tono y actitud desenfadada, es quién aporta las mayores cuotas de humor. Jack Dylan Grazer es Eddie Kaspbrak, sobreprotegido por su madre y con una extraña fobia a los gérmenes, podría pasar cómo el débil de la pandilla, pero no lo es. Wyatt Oleff (Guardians of the Galaxy), Stanley Uris, un chico judío, tímido y presionado por su familia. Chosen Jacobs, interpreta a Mike Hanlon, discriminado y atormentado por el simple hecho de ser un chico afrodescendiente en un pueblo pequeño y bastante retrógrada. Jeremy Ray Taylor, le da vida a Ben Hanscom, el chico nuevo de la ciudad que termina envuelto en un inocente triángulo amoroso con Bill y Beverly Marsh (Sophia Lillis). 

Ella es sin duda el personaje más fuerte del grupo, bella y audaz, encanta a todo el club en cuánto se une a ellos. Pero bajo esa fachada oculta una vida turbia y de mucho dolor y abuso, qué se traduce en el miedo más grande que puede tener una chica. El miedo a volverse mujer.

La actuación de los chicos me sorprendió enormemente y ¡para bien! Un crisol de emociones en niños que no poseen gran experiencia en la gran pantalla y menos con la presión de cargarse sobre sus hombros una de las mayores obras de terror de todos los tiempos. La simpleza y honestidad con la que plasmaron a estos adolescentes hormonales y mal hablados es sin duda uno de los grandes aciertos de este film.

El Pennywise de Skarsgård es más truculento y oscuro que el de Tim Curry en la versión de 1990. La extravagancia aportada por un vestuario más de freak show y los efectos especiales, ayudaron a agiornar un miedo clásico, la clownfobia.

Para los fanáticos del cine “de culto” de los años 80/90, hay varios easter eggs que no pasan desapercibidos como la cartelera del cine con Pesadilla en la calle Elm, la referencia a Molly Ringwald o incluso el Pennywise de la versión original.

Con notas de humor que no esperábamos si nos basamos en lo que anticipaba el tráiler, la película entreteje durante más de 2 horas comedia, drama y terror de una manera órganica, amena para el espectador y que te deja con ganas de ver más. Por suerte ya tenemos la segunda parte de esta historia confirmada.

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